Martínez Tajuelo, desde mares de olivos a piscinas del mundo

El jienense, que nació con artrogriposis, es uno de los veteranos de la natación española. En Tokio afrontará sus cuartos Juegos Paralímpicos, en los que luchará por la medalla que le falta en su palmarés.

Desde pequeño siempre le han acompañado dos muletas sobre las que se apoyaba para poder caminar. Solo en el agua logra disipar esos problemas de movilidad. Miguel Ángel Martínez Tajuelo, un veterano curtido en mil batallas, nació con artrogriposis, un síndrome que se caracteriza por la existencia de contracturas congénitas que afectan a varias articulaciones. En 2006 su vida dio un vuelco en la piscina de Andújar (Jaén), allí donde rodeado de mares de olivos comenzó a forjar su valentía, optimismo y vitalidad para convertirse en un nadador sin límites y asiduo a podios internacionales. No hay nada que detenga su ímpetu y a sus 37 años disputará en Tokio sus cuartos Juegos Paralímpicos.

Por su enfermedad, la única actividad deportiva que hacía era acudir cada verano a cursillos de natación. “Es de nacimiento y me afecta al desarrollo normal de los brazos y de las piernas. Nunca me han sobreprotegido, pero al principio pedía ayuda para todo. Hasta que un día, al regresar del colegio, mis padres me dieron una lección de vida. Vivíamos en un primero sin ascensor y me dijeron: ‘Miguel, si quieres comer hoy tienes que subir las escaleras tu solo’. Y lo hice, me costó mucho llegar a casa, pero me enseñó que si quieres conseguir algo tienes que esforzarte y trabajarlo. Eso lo apliqué también al deporte”, apunta.

Cuando tenía 22 años, Simón Cruz -la gran referencia del parabádminton español en la última década- le presentó a Esperanza Jaqueti, entrenadora del Club Fidias de Córdoba, la persona que le brindó su confianza y la que ha caminado en paralelo a su gran trayectoria. “Todo cambió al conocerla, todo lo que sé sobre natación lo he aprendido de ella, es mi otra mitad, el 50% de lo que he logrado ha sido gracias a su planificación y experiencia, nos entendemos a la perfección”, dice.

El jienense pasó del miedo al valor en la piscina tras eliminar de su cabeza el ‘no puedo’. “Más que los obstáculos físicos de la propia discapacidad, tenía que romper mis barreras mentales. Tuve que convencerme de que, si me ponía a trabajar duro, podría lograr todo lo que me propusiera. Y así ha sido, este deporte es mi filosofía de vida, me ha ayudado a superarme a mí mismo, me ha dado autonomía y soy capaz de hacer cosas que antes no podía. No hay nada que se me resista, pude sacarme el carné de conducir o incluso toco la guitarra eléctrica pese a mis limitaciones con las manos. Me pongo retos y busco la manera de afrontarlos”, recalca.

Esa constancia y tenacidad es lo que le ha llevado a labrarse un palmarés destacado: acumula 22 medallas entre mundiales y europeos. El punto de partida para su despegue fue una prueba en el Open de Murcia en 2008 donde hizo la marca mínima para acudir a los Juegos Paralímpicos de Pekín. “Aquello me abrió una gran puerta de oportunidades, era un nuevo mundo, me di cuenta de que podía llegar a donde quisiera. Desde entonces he conocido a mucha gente y he podido nadar en piscinas de todo el mundo”, comenta.

Este disciplinado nadador, que suele ver vídeos de Michael Phelps para motivarse antes de una competición, también acudió a Londres 2012 y a Río de Janeiro 2016. “Tengo siete diplomas de finalista y en varias pruebas me quedé cerca del podio, pero estoy orgulloso de mis resultados, aunque no tenga medalla. El hecho de llegar a unos Juegos es un gran premio, está al alcance de muy poca gente y me siento un privilegiado porque ya he disputado tres. Es una competición donde te sientes importante, representar a tu país en un evento así es un orgullo y lo máximo a lo que puedes aspirar”, asevera.

Durante esta temporada se ha preparado duro en dobles sesiones para llegar a Tokio en las mejores condiciones. En el Europeo de Funchal fue cuarto en las finales de 50 espalda, 50 libre y 200 libre S3, pruebas que nadará en la cita japonesa. “Estoy muy ilusionado, sé que las medallas están muy caras, cada vez hay más jóvenes empujando desde abajo y estar en el podio es difícil. Es una gran satisfacción el verme aún con nivel competitivo y luchando con los mejores. Ojalá pueda llevarme la medalla que me falta en mi currículum, pero mi objetivo es mejorar las marcas personales, no puedes vencer al resto si antes no te superas”, remata el iliturgitano.

TEST TOKIO 2020. Conociendo a Miguel Ángel Martínez Tajuelo

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