José Ramón Cantero nunca olvidará su 28 cumpleaños. Unas horas antes de soplar velas recibió el mejor regalo posible, un billete para los Juegos Paralímpicos. Se había quedado fuera del mayor evento deportivo por unas centésimas, pero a última hora llegó esa invitación para cumplir un sueño en Tokio. “Me lo he currado mucho, es una recompensa a tantos años de trabajo”, asegura el nadador mostoleño, un luchador tenaz que siempre encuentra un halo de esperanza, por más azaroso que sea el camino.
Lleva un par de años instalado en la élite de la natación por méritos propios. Antes, tuvo que lidiar con algunos sinsabores, pero nunca dudó de su potencial a pesar de que los resultados no llegaban. Esta temporada ha sido la de su explosión, la mejor de su carrera deportiva, como así lo acreditan sus dos platas -en 100 mariposa y en relevos 4×100 libre- en el Europeo de Funchal (Portugal), las primeras preseas internacionales importantes en su palmarés. Llegar hasta ellas no ha sido fácil, ha tenido que recorrer una ruta llena de socavones.
Superar obstáculos lo lleva haciendo desde que nació. Cantero se quedó ciego por un problema en el parto y la falta de oxígeno le afectó a la vista. Casi 40 operaciones después, la última en 2017 tras un desprendimiento de retina, apenas le queda un 2% de visión. “Fue algo progresivo, ahora solo veo luz y formas. Me considero afortunado, me podría haber afectado otro órgano. No veo, pero puedo hacer cualquier cosa”, apunta.
El agua le devolvió la libertad que de niño la ceguera le arrebató. Cuando la luz de sus ojos se fue apagando, el madrileño siguió sonriéndole a la vida y la piscina fue su refugio. “En ella hago lo que quiero, es el medio que mejor controlo, ahí saco toda mi energía”, recalca. Su madre lo apuntó a cursillos de natación con seis años para que aprendiese a nadar y, desde entonces, su piel siempre ha estado en contacto con el cloro. “Probé también atletismo, fútbol o ciclismo, pero dar brazadas se me daba bien, me gustó por el ambiente y porque hacía muchos amigos”, afirma.
Moldeado por Miguel Ángel Moreno en el AD Natación Móstoles, poco a poco se hizo un hueco en la selección española y con 19 años acudió a los Juegos de Londres 2012. Durante unos años se estancó debido a algunos problemas visuales y a cambios de categoría que le impidieron rendir a su máximo nivel, hasta que en 2019 llegó su eclosión. “Empiezo a destacar en el Mundial de Londres, disputando cuatro finales. En estos dos últimos años hice el récord del mundo en piscina corta en 50 libre S11 y récord de Europa en 400 estilos en piscina larga”, cuenta.
Y este curso, ya bajo las órdenes de Santiago Márquez, Cantero ha mudado la piel para alcanzar sus mayores logros. “El cambio de entrenador me ha vendo genial, trabajamos muy bien el físico y los aspectos técnicos de salida y viraje, buscando la calidad por encima de la cantidad”, comenta. Esa mejoría se ha visto reflejada en sus resultados en competición. En el Europeo de Funchal se llevó dos metales, aunque no logró billete para los Juegos. Se quedó a 29 centésimas de la exigente mínima que le pedían en España en los 400 libre S11.
Sin embargo, un reajuste de plazas a nivel internacional le abría las puertas de la cita japonesa. “Me llamó José Luis Vaquero -seleccionador nacional de la Federación Española de Deportes para Ciegos- y me dijo: ‘Haz las maletas que te vienes a Tokio’. Me quedé paralizado. Estaba a punto de irme a mi pueblo, Moncalvillo de Huete (Cuenca), a pasar el verano e incluso había comprado unas pesas para mantenerme en forma, pero al final no las voy a tener que tocar”, dice riendo.
El mostoleño espera aprovechar esta segunda oportunidad. “De tantas cosas malas que me han pasado este año, algo bueno tenía que llegar. En octubre me contagié de la Covid-19; en diciembre en un campeonato algo me sentó mal en el estómago y no pude luchar por las mínimas; en marzo me quedé a 29 centésimas; en el Europeo mi entrenador cogió el coronavirus y pasamos tan mala noche que me afectó a la hora de competir; y en junio, en una de las últimas opciones que tenía, fuimos a Badajoz y cayó una tormenta tremenda. Pensé que a lo mejor mi destino era no ir a Tokio”, bromea.
Su espíritu competitivo, mentalidad de hierro y el amor por su deporte le han llevado a estar entre los mejores del mundo. Renovado, con serenidad, sin presión y paladeando más cada brazada, Cantero afronta en Tokio el reto de unos Juegos Paralímpicos nueve años después. Nadará las pruebas de 400 libre, 200 estilos y el relevo mixto 4×100 libre con María Delgado, Iván Salguero y Ariadna Edo: “Estoy con motivación, puedo luchar por entrar en finales y una vez en ellas, a darlo todo. En relevos fuimos plata europea, así que podemos pelear por las medallas, vamos a ir a disfrutar, no nos ponemos techo”.