Iván Cano, un ‘saltamontes’ sobre el foso de arena

El atleta alicantino, vigente subcampeón de Europa y bronce mundial en salto de longitud, aspira a colarse en el podio en los Juegos Paralímpicos de Tokio.

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El atleta Iván Cano durante un salto en un campeonato de Europa. Fuente: CPE

De pequeño, Iván Cano disfrutaba a golpe de patadas sobre el tapiz, hasta que a los 14 años decidió dejar el taekwondo tras conseguir el cinturón negro. Necesitaba nuevos desafíos y en su vida se cruzó el salto de longitud, una disciplina de la que se enamoró y con la que se ha labrado un buen currículum pese a su juventud: campeón de Europa y bronce mundial. Ahora, tras la plata obtenida en el campeonato continental, el ‘saltamontes’ español afronta en Tokio el mayor reto de su carrera, sus primeros Juegos Paralímpicos, donde aspira a colarse en el podio en categoría T13 (atletas con deficiencia visual).

Nació hace 25 años con albinismo oculocutáneo, “una enfermedad congénita, en la que la mácula del ojo no se forma del todo y se queda a un 60%, y afecta a la agudeza visual lejana, no percibo objetos con cierta claridad. Esa falta de melanina también me causa una fotofobia que me obliga a llevar siempre gafas de sol, aunque me gusta”, dice. Eso no ha supuesto un obstáculo para volar sobre el foso de arena y saborear el éxito. Musculado, metódico, raudo, con muelles en las piernas y con la seriedad de la madurez, el alicantino llega a la cita de Japón en su mejor momento deportivo. En junio se llevó la plata en el Europeo de Polonia. Pero nunca se siente saciado, quiere más.

En los dos últimos años, ‘The Rock’, como así le llaman sus compañeros, se ha machacado en el gimnasio y sobre el tartán de la Ciudad Deportiva de Alicante, bajo la atenta mirada de su técnico Sergio Berbegal, que vigila cada uno de los 18 apoyos que da hacia la tabla, cada despegue, cada aterrizaje en el banco de arena húmeda. “He apurado el pico de forma para ganar en fuerza y en velocidad para la competición. Soy optimista, cada año mejoro un poco más, las lesiones me han respetado y he podido entrenar bastante bien”, asegura.

De vez en cuando recibe una master class del mito cubano Iván Pedroso -nueve veces campeón del mundo-, un ídolo al que ve cada día en un póster que adorna su habitación. “Es muy amigo de mi entrenador y siempre que viene a Alicante nos echa un cable, me ha ayudado con la técnica y me da consejos. Es un lujo aprender del mejor saltador de todos los tiempos y del grupo al que entrena, con Yulimar Rojas y Ana Peleteiro, entre otras atletas”, confiesa este ingeniero de telecomunicaciones.

En su palmarés destacan la plata del Mundial de Doha en 2015, los dos oros europeos en 2016 y 2018, una plata continental en 2021 y el bronce en el Campeonato del Mundo de Dubai en 2019, donde dejó su marca personal en 7.04 metros, pero él se ve capacitado para batirla. “Tengo margen de mejora y sé que puedo superarla. Si lo consigo, tendré muchas opciones de subir al podio”, recalca Cano, quien asegura que, para ser un buen saltador, “es crucial estar preparado mentalmente. La cabeza es un 70%, saber competir es más importante que entrenar. Suelo estar relajado, los nervios existen, pero sé domarlos y llevarlos a mi terreno para mantenerme activo”.

Esta temporada alcanzó los 6.90 metros para llevarse la plata en el Europeo de Bydgoszcz (Polonia): “Era la primera competición internacional después de mucho tiempo y me vi en forma a pesar de luchar con las condiciones externas, el viento en contra nos afectó. Fue una toma de contacto para probarme y acabé satisfecho porque saqué medalla y me quedé cerca de mi marca. Espero seguir en esa buena dinámica y hacer el mejor salto de mi vida en Tokio”.

En unos días vivirá sus primeros Juegos Paralímpicos, los cuales afronta con bastante ilusión. “Sé que serán los más extraños de todos por la pandemia de coronavirus, estaremos en una burbuja y el contacto con otros deportistas será mínimo, pero para mí son especiales y quiero disfrutarlos al máximo y compartir buenos momentos con mis compañeros. Hay que dar las gracias porque, al menos, se van a celebrar. Competir en una cita de esta magnitud es algo mágico”, indica.

El alicantino es consciente de que las medallas “están caras, pero es el objetivo primordial y marcado después de tantos años de esfuerzo, lo daré todo en cada vuelo para lograr un buen resultado. El nivel ha aumentado y hay más rivalidad. No sé cómo están algunos de mis contrincantes porque este año se han reservado para ir de tapados, peor la pugna estará entre el uzbeko -Bekjon Chevarov-, el estadounidense -Isaac Jean Paul-, el sueco -Per Jonsson-, el británico -Zak Skinner- y yo. Llego con los deberes hechos, confiado y motivado para meterles el miedo en el cuerpo a los favoritos. Espero hacer un concurso regular, soy ambicioso y voy a por una medalla”, apostilla.

TEST TOKIO 2020. Conociendo a Iván Cano

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