Siempre juntos y pendientes el uno del otro, Alejandro y Pablo Zarzuela son los ‘Zipi y Zape’ del baloncesto en silla de ruedas. Uno, depredador, martillo pilón y generador de puntos. El otro, versátil y con exquisita calidad. Sus dos décadas de aventuras y travesuras sobre el parqué han contribuido a los éxitos de la selección española, la cual liderarán en los Juegos Paralímpicos de Tokio con el objetivo de repetir la gesta de Río de Janeiro 2016, donde España se llevó la plata.
Sus primeras canastas fueron en Jerez, crecieron con el ONCE Andalucía y se consagraron en el CD Ilunion, uno de los clubes más laureados de Europa, en el que se han labrado un gran currículum. “Con 12 años paseaba con mi madre por la calle y un chico que jugaba en el equipo de la ciudad me invitó a probar el basket en silla. De pequeño era un culo inquieto y necesitaba un deporte así, de equipo y muy físico para soltar adrenalina”, recuerda Pablo.
Alejandro se decantó al principio por el tiro con arco, disciplina en la que ganó un campeonato de Andalucía y en la que su padre, Juan Miguel Zarzuela, fue un referente en España, participando en los Juegos Paralímpicos de Atenas 2004 y Pekín 2008. “Se me daba bien y me costó mucho dejarlo. Me picó el gusanillo al ver a mi hermano entrenar, me animé y al final cambié las flechas por el balón. El tiempo me dio la razón ya que nos ha ido muy bien”, recalca.
Nacieron con espina bífida -sin protección ósea en la médula-, una enfermedad que no les permite andar sin ayuda de muletas o de una silla de ruedas. Eso no ha sido un obstáculo para alcanzar cualquier reto en la vida. “Nos hemos encontrado con muchas barreras, pero la educación y valores que nos han inculcado nos ayudan a superarlas. Cuando nos caíamos y venían otras personas a levantarnos, mis padres les decían: ‘Dejarlos, forma parte del aprendizaje’. Nos dieron mucha libertad para crecer como cualquier otro niño”, confiesa Pablo.
Los gemelos andaluces son inseparables tanto dentro como fuera de la pista. “Nos entendemos con solo mirarnos, nos exigimos mucho, a veces discutimos demasiado y hay tirones de oreja porque siempre queremos ser mejores”, apuntan. Entienden el baloncesto con la misma filosofía, aunque son distintos en el juego. “Pablo es un jugador muy completo, con movilidad, gran defensor, muy seguro con el balón y posee un buen tiro exterior”. “Álex es imparable en el juego interior, es el mejor del mundo ofensivamente en su puntuación -3.0- y en defensa está en el Top 5 mundial. Es un ‘killer’ en la pintura, pocos pueden fabricarse ventajas como hace él”, se analizan el uno al otro.
Con constancia, tesón y talento se convirtieron en pilares del CD Ilunion, con el que poseen un palmarés intachable, y también de la ‘ÑBA sobre ruedas’, con la que han conseguido dos oros en el Europeo sub 22, una plata en el Mundial sub 23, una plata y dos bronces continentales, así como la plata paralímpica en Río, “el mayor tesoro” de sus carreras. “Es la única medalla que tengo expuesta en el salón de casa, me gusta verla cada día y tocarla, ha sido el logro más especial”, asevera Pablo, que se perdió los Juegos de Londres 2012 por una úlcera en el glúteo.
“Fue muy duro y difícil de aceptar. Desde que me lesioné, todos los días repetía la misma frase, ‘No pienso aplazar mi sueño más de cuatro años’. Lo cumplí en Río, me quité esa espinita y encima subimos al podio”, añade. “Veníamos de ganar el triplete con Ilunion y vivir unos Juegos con mi hermano fue brutal, una pasada, algo que jamás olvidaré”, tercia Alejandro, quien pese a llegar a lo más alto, hace tres años le atrapó una depresión que casi le aleja definitivamente de las canchas.
“Mi autoestima estaba por los suelos, tenía miedo y pánico al balón, no quería estar en la pista. Me costó mucho pedir ayuda profesional, creí que podía solucionar el problema solo, pero se convirtió en una losa muy pesada de levantar. Bajé mi rendimiento, me exigía demasiado, tenía falta de confianza, sentí que hacía el ridículo, no estaba a la altura de mis expectativas y pensé en dejarlo”, confiesa. Con apoyo psicológico, el ‘9’ de la selección enderezó el rumbo y en las tres últimas temporadas ha firmado sus mejores números. Fue incluido en el quinteto ideal del Europeo de Polonia en 2019, siendo el máximo reboteador (10,8 capturas por partido) y uno de los mejores anotadores (16,4 puntos).
Y este curso ha alzado una Copa del Rey con su nuevo club, el Amiab Albacete, pese a arrastrar una lesión en la articulación acromioclavicular de ambos hombros y que aún sigue tratándose. Ahora vuelven a juntarse en la cancha para disputar en Tokio otros Juegos Paralímpicos. España se enfrentará en la fase de grupos a Turquía, Colombia, Corea, Canadá y Japón. “Somos subcampeones de Europa y deberíamos de estar peleando por las medallas. Llegamos fuertes física y mentalmente, con mucha ilusión, pero sin confianzas, cualquier equipo te puede sorprender. Por el nivel que venimos ofreciendo y por el rendimiento de los jugadores, hay plantilla para repetir lo de Río de Janeiro. Tenemos capacidad para competir ante cualquiera, Gran Bretaña y Estados Unidos son favoritos al oro, pero podemos vencerles”, analiza Alejandro.
Pablo se mantiene en la misma línea y asegura que para ganarle a España una medalla, los rivales tendrán que sudar. “Tenemos una de las mejores defensas, somos peligrosos en las transiciones, hay grandes tiradores, gente productiva en ataque y que reparten juego de forma espectacular. Si todos jugamos a una, pensando que el equipo está por encima de las individualidades y de los egos, si aportamos nuestro granito, tenemos equipo suficiente para estar otra vez en el podio. Conseguir una medalla en unos Juegos es muy complicado, pero hay mucha calidad y talento para estar de nuevo entre las tres mejores selecciones”, apostilla.