A Lourdes Ortega siempre le acompaña su pícara sonrisa, el salero y un altavoz para encabezar la fiesta en cada concentración de la selección española de baloncesto en silla. Es la ‘DJ’, la encargada de pulsar el play para que la música suene en el vestuario y en los viajes en autobús. “Desde que llego y hasta que me voy, estoy cantando. Reguetón, pop, música más antigua y también flamenco. La sevillana ‘Sueña la margarita’ ya se la saben todas”, dice entre risas. Unas melodías motivadoras que encienden el ánimo y que han contribuido a crear un ambiente de comunión entre las jugadoras, que en unos días harán historia en Tokio, donde España disputará sus primeros Juegos Paralímpicos tras 29 años de ausencia.
La deportista de Cazalla de la Sierra (Sevilla) es una de las veteranas pese a sus 23 años. Un extraño virus le causó una lesión medular cuando tenía nueve meses: “Fue como un resfriado mal curado, suficiente para dejarme sin andar, aunque pudo haber hecho más daño. Gracias a la silla de ruedas soy feliz y he alcanzado muchos sueños. Lo fácil lo hace cualquiera y las barreras se las pone uno mismo”. Lleva desde los cinco con un balón en las manos, una pasión que descubrió en el pabellón Luis Braille con el extinto CD ONCE Andalucía.
Mientras que jugadores como Diego de Paz, Pepe Navarro, Bill Latham, Tania Romero o Sonia Ruiz levantaban títulos en el parqué, una inquieta niña animaba a sus ídolos desde la grada. “Recorría kilómetros con ellos por todas las ciudades para verles jugar, pasaba muchas horas correteando por las instalaciones y me decían que era la mascota del equipo. Cuando ganaban un trofeo, me sacaban a recogerlo. Fui de las que más lloré cuando el club desapareció”, asegura.
Con 13 años Abraham Carrión le hizo debutar y aun se emociona recordando ese día. “Quedaban tres minutos para el final, él se giró y me dijo ‘Lourdes, te toca’. No me lo esperaba, estaba atacada, no podía moverme ni quitarme la sudadera. Estuve incluso a punto de meter una canasta, si lo hubiese hecho me sacan a hombros como a los toreros”, bromea. Después pasó al Fundación Grupo Norte, luego al Amiab Albacete, con el que ganó la Liga en 2018 y fue elegida en 2019 en el quinteto ideal de la fase previa de la Champions. Este curso ha disfrutado de minutos en el UCAM Murcia, logrando el ascenso a División de Honor y formando en ocasiones un histórico quinteto femenino con Sonia Ruiz, Isa López, Beatriz Zudaire y Vicky Alonso.
“Jugar rodeada de hombres tiene pros y contras. El nivel que tenemos en la selección es gracias a que disfrutamos de minutos en una competición donde la calidad de los chicos nos exige dar un plus cada día. Aprendo mucho de ellos, sobre todo, el carácter agresivo, la valentía, el meter la silla sin miedo y el no dejarme nunca intimidar por el rival que tenga enfrente”, recalca Ortega, una jugadora intuitiva, ágil con la silla y capaz de sumar tanto en ataque como en defensa.
Con España ha disputado más de 70 partidos desde que debutó en 2011. Ha vivido las situaciones más amargas de este deporte y ahora saborea el momento más dulce del baloncesto femenino español. “He jugado cuatro europeos y el Mundial de Hamburgo en 2018, que fue un punto de inflexión tras ganar a Australia para meternos en cuartos de final. Ahí empezamos a creer en nosotras. Estamos consiguiendo cosas que hace unos años veíamos muy lejanas. En el Europeo de Rotterdam de 2019 acabamos con Francia, nuestra ‘bestia negra’ y nos clasificamos para Tokio”, recuerda.
Los Juegos Paralímpicos en la ciudad japonesa es “la guinda del pastel, la recompensa a tantos años de trabajo. Esto también es un logro de todas aquellas que estuvieron antes que nosotras y que nos allanaron el camino para que hoy estemos aquí”. España no está entre las favoritas a las medallas, pero tiene mimbres suficientes para dar alguna sorpresa. “Somos novatas, nunca hemos vivido esta experiencia y sabemos que no será fácil. A Holanda es difícil ganarle, están por encima, pero podemos plantarle cara, al igual que a Estados Unidos. No nos ponemos techo, hay que soñar”, apunta. Las otras dos rivales del grupo son China y Argelia, muy asequibles.
La sevillana confía en el bloque que ha moldeado Abraham Carrión y su cuerpo técnico en los últimos años para llegar lejos en Tokio. “Nos conocemos muy bien y el tener ese feeling hace que nos compenetremos mejor en la cancha. Nuestra fuerza es que somos una familia y todas remamos en la misma dirección. Y lo mejor es la convivencia, somos serias cuando la ocasión lo requiere, pero también montamos una fiesta por cualquier motivo. Me encanta cantar flamenco, pongo la música y el resto me sigue. En Japón queremos continuar con ese ritmo y disfrutar al máximo porque no sabemos cuándo repetiremos en unos Juegos”, remata Lourdes Ortega, una guerrera dentro y fuera de la pista.