Agurtzane Egiluz, envergadura y carácter al servicio de la selección

La polivalente jugadora vitoriana, que fue atropellada hace nueve años por el autobús de su colegio, se ha consolidado en el equipo español de baloncesto en silla y disputará los Juegos Paralímpicos de Tokio.

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Agurtzane Egiluz se rebeló contra el destino cuando a los 15 años tuvo que empezar desde cero tras sufrir un grave atropello. Primero le dijeron que estaría postrada en una cama toda su vida, después que no podría caminar, pero con afán de superación, resiliencia y constancia, no solo volvió a andar, sino que también recuperó su pasión por las canastas. Ahora, con 24 años, es una jugadora de envergadura infinita y con carácter que se ha ganado un hueco en la selección española de baloncesto en silla de ruedas, con la que disputará los Juegos Paralímpicos de Tokio.

El sueño de Agurtzane se inició temprano en el equipo de su ikastola en Vitoria. Jugaba como pívot y destacaba ante sus compañeras por su altura y desparpajo. Pero un día, cuando regresaba de entrenar, le tocó lidiar con su mayor pesadilla tras ser arrollada por el autobús escolar. “El conductor no se percató de que estaba bajando y arrancó, caí debajo y la rueda me pasó por encima. Me dejó una lesión medular incompleta, un politraumatismo en el sacro, la pelvis y la cadera”, relata.

Después de seis meses en el hospital y 24 operaciones, la última el año pasado por una infección, recuperó bastante sensibilidad y movilidad. “Los médicos al principio no daban un duro por mí, no esperaban que sobreviviera. Mis padres me ocultaron el primer diagnóstico, pensaban que iba a estar en una cama para siempre. Luego me dijeron que si lograba quedarme en una silla sería un gran avance. Lo pasé mal, sobre todo, la soledad en la habitación ya que tenía las visitas restringidas”, cuenta.

Se armó de valor, tesón y perseverancia y comenzó a tratarse con el fisioterapeuta cada mañana y tarde, no quería perder tiempo. “En casa también hacía los ejercicios. No tenía fuerzas en las piernas, pero con el apoyo de mis aitas y con esfuerzo, empecé a mejorar. No quería ver la silla, cogí dos muletas y trataba de aguantar de pie y dar unos pasos. Al año y poco ya podía caminar sin ayuda. El accidente me obligó a madurar rápido, no tenía otra opción, me hizo ver la vida desde otro punto de vista”, explica la joven.

El siguiente paso era volver a acariciar un balón y lanzar a canasta. El Fundación Vital Zuzenak le abrió las puertas y no se lo pensó. “Ya no podía saltar como antes, pero cuando probé el baloncesto en silla fue un flechazo, volvía a sentirme yo misma, era una chica muy inquieta y deportista, así que correr, aunque fuese en una silla, era una liberación”, asegura. En estos seis años su juego ha evolucionado y sin remilgos se codea con jugadores internacionales en la División de Honor de la Liga española. “Jugar ante campeones del mundo y de Europa me ha hecho crecer. Soy una guerrera, siempre voy sin miedo y doy el 200% en cada partido”, apunta con firmeza.

Apenas llevaba tres meses botando un balón cuando Abraham Carrión la reclutó para la selección española. “Parecía más una planta que una jugadora porque apenas me movía del mismo sitio”, bromea. “Tiene unos conceptos tácticos bien trabajados, su lectura de juego y la toma de decisiones es correcta, a la hora de defender sabe cómo tiene que colocar el carro. Tiene poderío físico y gran envergadura de brazos que le permiten defender a cualquier punto alto del rival. Es muy valiosa, le falta mejorar su definición de cara al aro, pero cada vez va mejor. Es una luchadora que se sacrifica por el equipo, es muy altruista, para mí es un lujo tenerla en la selección”, detalla el técnico jerezano.

Agurtzane suma una treintena de partidos con la selección, formó parte del séptimo puesto en el Mundial de Hamburgo y de la cuarta plaza en el Europeo de Rotterdam en 2019 que clasificaba a España para unos Juegos Paralímpicos 29 años después. “Las que llegamos más tarde conocemos la historia de la selección, pero nos ha tocado vivir la parte bonita y recoger los frutos del esfuerzo de muchas chicas que ya no están. No olvidamos el trabajo que hay detrás, el sacrificio y los obstáculos que han tenido que superar, así que a ellas se lo debemos todo y ahora hay que disfrutar”, subraya la alero vasca.

En Tokio, España se medirá en la fase de grupos a Holanda, Estados Unidos, China y Argelia. “Una de nuestras virtudes es que tenemos una mezcla buena entre juventud y experiencia. Evolucionamos año a año, se incorporan nuevas jugadoras y eso hace que nuestro juego progrese y no se estanque, va cambiando cada temporada y las rivales no se lo esperan. Estar entre las mejores es un premio y hay que estar orgullosas, pero nunca nos vamos a conformar con lo que tenemos, somos un equipo que quiere más y podemos dar más de una sorpresa, hay ambición y vamos a luchar por estar en lo más alto”, sentencia.

TEST TOKIO 2020. Conociendo a Agurtzane Egiluz

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