Beatriz Zudaire García (Pamplona, 2000). Baloncesto. Debuta en unos Juegos Paralímpicos.
¿Cuál es el primer recuerdo que tiene de unos Juegos?
Un partido de la selección española de baloncesto en Londres 2012.
¿Qué cosas no pueden faltar en su maleta cuando viaja para competir?
Una camiseta que me dio mi abuelo.
Completa la frase. Si gana una medalla en Tokio…
Habré cumplido el sueño más grande de mi vida.
¿Qué apuesta estaría dispuesta a hacer por ganar una medalla?
Tatuarme la fecha de ese partido.
¿Un momento imborrable en su carrera deportiva?
Cuando acabamos el Europeo en Rotterdam, ver a todos los familiares de pie en la grada y nosotras en la cancha celebrando la clasificación para los Juegos.
¿Alguna manía antes de competir?
Siempre por teléfono o por whatsapp tengo que hablar con mis padres.
Un defecto y una virtud.
Soy demasiado intranquila y tengo mucha confianza en mí misma.
Una frase o lema.
Es una frase que me dijo mi madre tras el Europeo de Rotterdam, ‘Es tu momento para disfrutarlo’.
De no haber practicado baloncesto, ¿qué otro deporte le habría gustado hacer?
Me habría quedado en la natación.
¿A qué personaje retaría en su deporte?
A Pau Gasol.
¿Qué fotos decoraban su habitación cuando era pequeña?
Fotos de dibujos de Disney.
Cuando era niña, ¿con qué soñaba ser de adulta?
Con ser médico.
Algo que aún no haya hecho y que le gustaría hacer.
Volar en globo.
Si fuese presidenta del Gobierno, ¿qué sería lo primero que haría?
Transformaría la educación.
Si pudiera cenar con cualquier personaje, ¿a quién elegiría?
Con Nelson Mandela.
¿Cuál es su forma de desconectar?
Pasear por la playa o escuchar música.
¿Qué alimento nunca falta en su nevera o despensa?
Leche.
¿En qué tarea doméstica podría aspirar a medalla?
La de recoger mi habitación seguro que no -ríe-. Quizás en fregar los platos.
¿Qué suele ver en televisión?
La veo poco, quizás algunas series.
Una canción que le motive.
‘Vivir así es morir de amor’, de Camilo Sesto. Es la canción que me ponía mi madre en el coche antes de los partidos.
Reportaje. Beatriz Zudaire, inteligencia y descaro sobre el parqué