Jacobo Garrido, un diamante acuático con mucho fondo

El nadador gallego, campeón del mundo y plata europea en 400 metros libre S9, es un claro aspirante al podio en los Juegos Paralímpicos de Tokio.

Jacobo Garrido tras proclamarse campeón del mundo en 400 libre S9 en Londres 2019. Fuente: CPE

Tímido fuera de la piscina, impávido en la cámara de salida y feroz e indómito en cada brazada. En la frontera entre la adolescencia y la edad adulta asoma el rostro imberbe de Jacobo Garrido, un diamante acuático de 19 años que ya tiene en su poder la corona mundial en 400 metros libre S9. El nadador coruñés, moldeado por Jesús de la Fuente, sometido en ocasiones al método de Fred Vergnoux -el gurú francés que llevó a Mireia Belmonte al oro olímpico- y que ha dado otro salto de calidad bajo el paraguas de Jaume Marcé en el Centro de Alto Rendimiento de Barcelona, persigue ahora el oro en los Juegos Paralímpicos de Tokio tras ser subcampeón de Europa este curso.

Hace dos años irrumpió en el panorama internacional como un elefante en una cacharrería, haciendo ruido con una presea dorada en el Mundial de Londres tras sorprender a rivales más experimentados. De un golpe pasó de promesa a realidad, revelando el talento que posee para hendir el agua y sus ganas de comerse el mundo. No tiene otro recuerdo que no sea en una piscina. Empezó a chapotear a los seis meses por recomendación médica, nació con el fémur derecho más corto que el izquierdo y con agenesia de peroné.

“Eso no ha supuesto ningún obstáculo para pelear por lo que quiero, sobre todo, gracias a que mis padres no han sido sobreprotectores, siempre me dieron libertad para hacer las cosas igual que el resto de niños, nunca pedía ayuda, aunque tuviese que hacer un esfuerzo extra”, asegura. La natación se convirtió en su pasión y ya lleva una década enrolado en el CN Liceo de A Coruña. Cada día, hasta hace unos meses, Jesús De la Fuente se encargó de forjar a este deportista con nervios de acero: “Es muy competitivo, disciplinado, con gran capacidad de trabajo y con mucha clase, por eso han salido los resultados”.

En estos últimos cursos sus jornadas habían sido maratonianas. Se levantaba a las seis de la mañana para realizar su primer entreno en el agua. Luego subía al instituto, adyacente a la piscina, daba clases, comía y regreso al hectómetro. El pasado otoño, tras acabar bachillerato, decidió hacer las maletas y poner rumbo al CAR de San Cugat (Barcelona), donde ha continuado mejorando sus prestaciones con el equipo que lleva Jaume Marcé.

“El cambio me ha beneficiado, los entrenos son diferentes, he podido probar pruebas más cortas y el estar en un grupo que preparaba los Juegos me ha ayudado a centrarme en la natación. Cuando llegaba a la habitación no tenía tiempo más que para dormir”, dice Garrido, que devoraba 13.000 metros al día: “Cuánto más nado, mejor me siento, me hace más competitivo. Lo peor que llevo es la constancia, hay veces que no tengo ganas de entrenar, pero no puedo fallar si quiero estar arriba con los mejores”.

Su eclosión llegó tras bajar de la categoría S10 a S9 por el incremento de sus problemas en la pierna. Ya despuntó en 2018 con un bronce en el Europeo de Dublín y también hizo historia al convertirse en el primer nadador con discapacidad en conseguir una medalla -un bronce en la prueba de relevo mixto- en el campeonato de España de aguas abiertas. En 2019 alcanzó la cima con el oro mundial y en mayo ratificó su buen momento tras llevarse la plata en el Europeo de Funchal (Portugal) en 400 libre: “No competí al 100% porque me sentó mal la suplementación y estuve enfermo, así que no pude hacer la marca que quería”.

También posee los récords mundiales en 800 libre (8:47.66) y en 1.500 libre (16:27.99). “Soy muy joven para alcanzar estos logros y eso no ha hecho que me duerma porque los rivales están apretando y llegan muy fuertes. Aunque nadie me intimida, en este deporte compites contra uno mismo y contra el crono”, matiza. En su progresión le vino bien prepararse en varias concentraciones junto al grupo de Mireia Belmonte y Fred Vergnoux. “Mi anterior entrenador y él son muy amigos y tienen un método de trabajo parecido. Fue bueno para mi aprendizaje, era importante estar rodeado de nadadores de gran nivel. Fred me acogió con los brazos abiertos, es muy exigente y me ayudó a progresar. Con ellos realicé algunos de los entrenamientos más duros de mi vida”, confiesa.

Ahora llega “con muchas ganas e ilusión” a sus primeros Juegos Paralímpicos. “Tengo ganas de disfrutar del ambiente, de estar en la Villa y de competir. La pena es que me perderé el desfile de inauguración en el estadio porque al día siguiente es mi prueba y tengo que estar descansado y concentrado”, lamenta. El coruñés aspira al trono paralímpico del 400 libre S9, pero sabe que tendrá a duros rivales como el francés Ugo Didier -vigente campeón europeo- y los australianos Brenden Hall -actual récord del mundo- y Alexander Tuckfield. “Es un reto complicado, pero estoy más cerca que nunca. He entrenado duro cada día y lo he dado todo en la piscina porque quiero ser medalla de oro en los Juegos. Si no lo consigo, al menos lucharé por la plata o el bronce”, apostilla Garrido.

TEST TOKIO 2020. Conociendo a Jacobo Garrido

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